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VACACIONES



Desde hace días, personas allegadas me preguntan: "¿A dónde vas a ir de vacaciones?" Sin saber qué decir, sonrío en mis adentros y suelo contestar algo como... "Aún no lo sé, iremos viendo..."


Y es que el viaje que emprendo es totalmente inédito. Se trata de la aventura más apasionante que jamás concebí. No requiere equipaje, sino al contrario, soltar todo el bagaje que creí necesitar: los viejos conceptos, los cansinos prejuicios, los pesados recuerdos, las dolorosas expectativas... Es un viaje a la inocencia que siempre estuvo aquí. No sé si conoceré nuevos parajes en lo externo, pues se trata de una inmersión en lo profundo, en lo más desnudo y auténtico: la verdad de este momento.


Empieza ahora, constantemente se abre la gran puerta y me encuentro aparentemente ante los mismos objetos que me suelen acompañar, las mismas personas a las que suelo mirar y los mismos sonidos, pensamientos, emociones... que suelo detectar. Y, sin embargo, todo es muy intenso. Todo ello me está invitando a una nueva mirada que siempre ha estado aquí.


La luz del ahora inunda estos escenarios ofreciéndome una nueva contemplación, desnuda de pasado y de futuro. Aparentemente estoy viviendo una escena más o menos "conocida" y, sin embargo, cautivada por esta claridad en la que soy bañada, descubro que no tengo nada que arreglar. La luz en la que aparecen esos objetos es una caricia que todo lo envuelve y en la que puedo confiar. De ella aprendo todo si acepto dejarme enseñar. Quiere ofrecerme una nueva perspectiva, tan simple que parecía velada por el tumulto de un mundo que se mueve sin cesar.


Me invita a detenerme en este instante y a considerarlo mi verdadero hogar, el templo más precioso que nunca pude imaginar. Unida a su transparencia, aprendo el verdadero significado de amar. Es simple, está siempre sucediendo. Lo descubro al desaparecer como alguien que interpreta las cosas y que cree saber cómo manejarlas o arreglarlas para llegar a otro tiempo o a otro lugar.


En esa amable pausa descubro que, aunque esas interpretaciones siguen surgiendo, están rodeadas de silencio, la amable transparencia en la que todo puede ser disuelto sin más. A él se las ofrezco en un gesto cada vez más natural... ¿para qué querría retenerlas? Dejo de intentarlo y me sumerjo aliviada en el amoroso océano de la paz. Ese es el descanso que anhelaba. Y este viaje me lo ofrece de verdad. Momento a momento, sin desplazarme ni un milímetro, sin esperar un segundo, estoy siendo invitada a descansar.



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