NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

Sin duda, habrás escuchado esta frase alguna vez: “No sólo de pan vive el hombre”. Y es posible que, en algún momento, hayas tenido la intuición de la verdad que estas palabras encierran. Desde muy pequeña, me tocaban profundamente y, aunque aún no sabía muy bien por qué, me han seguido acompañando susurrándose en mi interior con frecuencia e invitándome a investigarlas, a desentrañar su tesoro.

Hoy puedo compartir contigo que, lo que me parecía palabras inspiradoras y bellas, se han ido convirtiendo en una realidad viva que me fascina constatar en el silencio y, de vez en cuando, como hoy, expresar.

Como comparto con frecuencia en mis libros, en particular en “La abundancia está servida”, a medida que el contacto con la Vida que se vive a través de mí, se hacía más y más intenso, aumentaba la sensación de sentirme nutrida en abundancia. Y no solo espiritualmente, también mis necesidades físicas iban disminuyendo e incluso desapareciendo por completo. Fue esto lo que desencadenó mi exploración que sigue estando viva como nunca.

Conectar con el silencio, con el océano vivo que nos sostiene, sentirme en unidad con esa amplitud que nos respira, fue el comienzo de una aventura que me va llevando a descubrir la Vida en todo. No sólo en el espacio silencioso del que surgen todas las formas, sino animando las formas mismas, vibrando en todos los objetos, mirando a través de todas las miradas, expresándose en todas las emociones, incluso en las más dolorosas, subyaciendo a todas las experiencias, sea cual sea su apariencia.

Mi aprendizaje y mi felicidad sigue siendo la constatación de que la Vida que nos vive está impregnando, envolviendo y sosteniendo todas las partículas, todas las formas, todas las experiencias. Cuando, en lugar de enfocarme en la superficie, en lo conocido, intelectualizándolo, me permito mirar más profundo, conecto con esa Vida en cada situación, en medio de cualquier emoción, a través de todas las miradas… Y eso es pura nutrición.

¿Eso significa que vivo en un éxtasis constante, sin alterarme por nada? ¡No! Como a ti, seguramente, todas las corrientes me atraviesan: el miedo, el dolor, la incertidumbre… Simplemente sé que, si en lugar de rehuirlas las considero expresiones sagradas de la Vida, y no me separo de ellas, atreviéndome a respirar en su contacto, dejando que el Aliento de la Vida las recorra y las libere, soy nutrida por la energía que mueve los mundos, de las que estas emociones son expresión.

Es la Vida, vibrando en todo, lo que nos nutre. También habita en los alimentos que tomamos, claro que sí, pero limitarnos a ellos como fuente de sustento es una reducción tan dramática que, al hacerlo, nos perdemos al inmensidad de posibilidades nutritivas que el océano de la vida nos presenta momento a momento. Tu mirada, este contacto, el sonido del viento acariciando las hojas, la intensidad de este enfado, el contacto de mis pasos con la tierra, esta sensación de impaciencia, la frescura del aire que roza mi piel… olas de vida queriendo ser desveladas, liberadas de los juicios con que la mente las etiqueta y que nos mueven a apegarnos a ellas o a rechazarlas. Hay otra opción: vivirlas, sentirlas desde la consciencia, permitir que nos atraviesen, dejar que todo se mueva., que todo nos nutra, que todo nos vitalice. Es lo que el océano hace con sus olas, sin separarse de ellas.

Te invito y me invito siempre a explorar, a salir de lo conocido, a reparar en esos momentos en que, de modo natural, nos sentimos nutridos y no necesitamos nada más. A degustarlos, a sumergirnos en esa vida abundante que se derrama sobre nosotros en todo momento, sin necesidad de recurrir a ningún objeto que nos llene. A descubrir que, cuando vivimos desde la consciencia, todo es nutrición.

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