PLANES DE MEJORA

¡Cuántas veces en mi vida, abrumada por mi sentir presente, me he dedicado a formular un nuevo plan de mejora, imaginando que, “a partir de… cuando sea capaz de… por fin, todo será diferente. Mi vida cambiará y me veré como ese ser humano que anhelo realizar.”

Y cuántas decepciones, cuánta energía involucrada en mantener decisiones para conseguir un futuro mejorado mientras que en la profundidad de mi sentir, una antigua voz clamaba anhelante por mi presencia.

Despreciando nuestra experiencia inmediata, que la pequeña mente juzga como inadecuada, insípida o indeseable, abandonamos este espacio vulnerable que sólo pide amor para involucrarnos en planes que nos prometen una futura felicidad. No nos damos cuenta de que esa promesa se refiere siempre al mundo de las formas y éstas, por muy sutiles o espirituales que parezcan, no poseen en sí la consistencia que anhelamos.

Precisamente porque anhelamos la consistencia, nuestra única necesidad es no abandonar nuestra experiencia presente. Quedarnos, respirarla, fundirnos con ella, es el modo de conectar con nuestra naturaleza profundamente estable que no se altera cuando las apariencias cambian.

Sin necesidad de emprender más diásporas de reconversión, no separarnos del ahora abordando sus temibles sensaciones con amor, es la vía directa de acceso a esa felicidad definitiva que nos prometen los planes de mejora.

Pero no nos gusta, no brilla, nos parece que vamos a ser absorbidos por estas nebulosas emociones que nos muestran un paisaje tan desolado… Dolor, confusión, impotencia, inseguridad, indiferencia, indignidad… esos son nuestros hijos olvidados que se pasean desorientados buscando amor, serenidad, una presencia consistente en la que apoyarse, en la que ser reconocidos y abrazados.

Aprendamos a quedarnos, aprendamos a no despreciar estos paisajes olvidados de nuestra interioridad buscando con esfuerzo algo que no está aquí y que nos promete lo que sólo ahora es posible: la paz de asumir nuestro presente.

Sólo desde este amor incondicional, cualquier plan futuro puede prosperar, pues no será generado desde la huida de este momento, sino desde el amor y la profunda creatividad que surgen de amar profundamente cada instante de nuestra vida.

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