Lo que hago o no hago,
lo que digo o cómo lo digo,
lo que sucede o no en mi vida,
no es relevante.
Desde dónde vivo sí:
desde mi mente superficial, que cree saberlo todo,
o desde mi Corazón, la consciencia profunda de mi ser.
Desde mi mente condicionada no vivo,
sólo pienso la vida.
Uniendo retazos de aquí y de allá
para formarme conceptos resabiados y cansinos sobre ella
que no me permiten vivirla en su frescura,
estoy siempre repitiendo las mismas experiencias,
tratando de mejorarlas en vano,
sintiéndome una y otra vez insatisfecha.
Desde el CORAZÓN de mi existencia,
todo es nuevo.
Aquí, ahora, no sé nada y me abro como un recién nacido
a la experiencia única de este momento
en el que todo se me ofrece limpio y fresco
si decido no adulterarlo con mis historias y anticipaciones,
con el guion de lo ya conocido.
Aquí y ahora, unida a la vida inmensa,
dejándome respirar, emocionar, sorprender…
vivo de verdad.
Le hemos dado tanto poder a las cosas que pasan,
nos hemos creído tan dependientes de lo que sucede,
que hemos olvidado que lo que vemos y experimentamos
sólo es un resultado, un efecto de nuestro modo de pensar.
Nuestra forma de verlo es, en realidad, lo que nos afecta.
Y esa percepción es cuestionable.
Invertimos tanto en tratar de cambiar el mundo que vemos
para no sentir lo que sentimos, para que no nos afecte…
¿Y si nos dejáramos afectar valientemente?
Quizás desde esa vulnerabilidad aceptada
podamos reconocer que lo que realmente nos duele
no es lo que sucede, sino cómo lo pensamos.
Y tal vez accedamos a vivir desde el Corazón
más allá de esa mente pensante y limitada.
A existir desde nuestro ser profundo,
desde el espacio amoroso en el que ocurren las cosas
en lugar de seguir aferrados a las cosas que ocurren.
AHÍ SIEMPRE ESTAMOS EN PAZ.
Quizás descubramos que, desde esa profundidad,
emergen chispeantes las nuevas opciones,
apasionantes y creativas, las que nos expresan de verdad.
Y es posible que nos atrevamos a invertir en ellas,
honrando la Fuente de la que surgen.
Hemos decidido, por fin, ser felices a cada paso,
guiados por esa energía que nos inunda
y que quiere expandirse a través nuestro.
Hemos nacido para ello.
Las puertas de la Vida, abiertas de par en par, nos invitan:
¿Entramos?
DEL HACER AL SER
Capítulo 9. Vivir desde el Corazón