¿QUÉ TE LLENA?

Explorar en los mínimos detalles de la vida las grandes leyes que la rigen ha sido siempre apasionante para mí. Como voy compartiendo, el tema de la nutrición me abre a comprender profundamente la dinámica de cualquier relación que establecemos.

Hace años, empecé a darme cuenta de que, cuando ingería algo desde una sensación de vacío emocional, sintiéndome carente o contraída en mi fuero interno, lo que tomaba no me llenaba en absoluto, creándome más bien sensaciones de malestar e incomodidad. En seguida surgía la insatisfacción y el deseo de tomar otra cosa, algo más que pudiera colmar esa sensación de necesidad tan apremiante. No era hambre, como estás suponiendo, sino pura búsqueda de un paliativo a un estado de soledad o confusión que me hacía sentirme hueca y aislada. Buscaba algún tipo de conexión con la vida y… ¿por qué no a través de los alimentos? Sin embargo, lo que descubría una y otra vez es que, desde la carencia, lo que experimentaba era más carencia, ya que ningún objeto (en este caso alimento) tiene el poder de colmar esa profunda desazón que experimentamos al sentirnos separados de nuestra fuente. Por mucho que tratemos de estrujar eso para que nos llene (ya sea una persona, un alimento, una situación…) una y otra vez la respuesta es la misma: frustración, desaliento, cansancio y de nuevo, el vacío.

Y es que las leyes de la vida no tienen nada que ver con las que se manejan en el mundo. En la lógica del mundo, en el que te percibes como un ente aislado, si te sientes vacío, lo que te llenará es un objeto que lo colme. Curiosamente, no sucede así y lo que solemos experimentar es más vacío y desolación. Desde la dinámica de la vida, sólo si te sientes pleno podrás experimentar más plenitud en contacto con cualquier objeto. La abundante vida de la que surge ese objeto (persona, alimento, situación) es la tuya y en vuestro encuentro os reconocéis, conectáis aún más con esa vida que os une.

Así que, de modo práctico, podríamos preguntarnos antes de entrar en conexión con cualquier ser humano, alimento o situación: ¿Me siento carente o lleno? ¿Estoy buscando o irradiando? ¿Qué experimento en mi corazón, mi estómago, mi abdomen… ? ¿Cómo respira mi cuerpo? Estas preguntas curiosas son, para mí, fundamentales. A través de la consciencia de nuestro cuerpo conectamos vivamente con la energía que se está moviendo en nosotros, pudiendo llenar con nuestra presencia cualquier necesidad. En realidad, sólo hay una: experimentar la unidad con la vida que somos. Cuando la olvidamos nos confundimos con entidades separadas y hambrientas, buscadoras de alimentos que no alimentan, de relaciones que no nos nutren, de situaciones que no tienen el poder de hacernos felices si ya no lo somos. El mundo no está ahí para llenarnos, sino para que descubramos nuestra radiante plenitud.

Así que, resumiendo podríamos recordarnos: ve a comer cuando te sientas lleno emocionalmente y degustarás el verdadero disfrute. Encuéntrate con tu pareja cuando te sientas saturado de amor y descubrirás la belleza de reconoceros; trabaja por lo que amas disfrutando del entusiasmo del que surge tu creatividad y, sean cuales sean los resultados, siempre será un éxito. Parece una locura, pero… ¿no hemos sufrido ya suficientemente de buscar donde sólo hay migajas? No busques… Encuentra tu plenitud.

Si te interesa profundizar en este tema, te sugiero leer “La abundancia está servida”

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