top of page
Buscar

AMAR EL CUERPO




Amar, desde la perspectiva limitada en la que solemos concebirnos, como cuerpos separados unos de otros, se hace a veces muy difícil, por no decir imposible. La experiencia del amor es, en sí misma, disolución de toda separación, reconocimiento de la profunda unidad que somos en esencia. Identificados con tan estrechos límites corporales y encerrados en ellos, sentimos a veces frenarse o bloquearse el genuino anhelo de fusión que brota de nuestro ser.


Al ahondar y conectar con esa esencia que somos, quisiéramos expresar y manifestar nuestra comprensión sin restricciones en nuestro vivir cotidiano. Y a veces encontramos, justo ahí, que algo se interpone: la identificación ancestral con nuestra aparente solidez corporal, que confirma un sentido condicionado de "aquí estoy yo", "ahí estás tú" y "entre nosotros hay separación", integrado y asumido en nuestra psique. Se hace necesaria una "re-educación" de nuestra percepción que refleje con transparencia nuestra comprensión intuitiva.


Percibimos lo que creemos. No nacimos sintiéndonos encerrados en cuerpos y separados unos de otros. Se nos enseñó, sin embargo, a pensar así: "Todo lo que ocurre en tu cuerpo, te ocurre a ti. Si hay un dolor, te duele a ti; si aparecen ciertas sensaciones, las llamamos síntomas y significan que estás enfermo. Si no aparece, estás sano." "Eres bajo, eres alto, estás gorda o delgada..." Es decir, aprendemos a adjudicar a lo que somos las características y variabilidades del cuerpo, identificándonos con ellas.


Un sufrimiento latente se deriva de ello, ya que supone una limitación insoportable para nuestra naturaleza amplia y radiante. Y necesita ser atendido desde la raíz, no mediante reformas o mejoras enfocadas en la forma del cuerpo, lo cual nos deja siempre en el mismo lugar inestable e inconsistente.

Necesitamos una nueva perspectiva, una mirada completamente nueva que disuelva ese pesado condicionamiento que nos frena en nuestro anhelo.


No somos un cuerpo, lo sabemos. Somos, en lo profundo, espacio abierto, consciencia ilimitada. Lo que llamamos "nuestro cuerpo" tiene, sin embargo, una existencia, ¿cómo negarlo? Pero no una existencia separada, como la pequeña mente lo percibe desde su identificación con el mundo de los objetos. Forma parte del constante flujo creativo del universo, está en constante movimiento unido a todo. Pero el enfoque restrictivo del pensamiento lo aísla y lo solidifica, escindiéndolo de la unidad que somos en esencia.


¿Cómo vivir de modo consistente con nuestra íntima y radiante comprensión si seguimos sintiéndonos encerrados en un sólido recipiente que parece limitarnos y definirnos, separándonos del todo por una supuesta barrera llamada "piel"? La solidez que tenemos tan asumida... ¿existe de verdad? Los contornos con los que nos definimos como cuerpos separados, ¿están realmente ahí o son el fruto de nuestro condicionamiento?