LA BELLEZA DEL RITMO LENTO

Hoy la vida me invita a ir despacio,

a degustar la belleza de esta suave espiración,

la ternura escondida en este gesto,

la profunda intimidad que se me ofrece a cada paso.

Hoy he sido invitada a habitar el templo más sagrado: este momento.

Lentificar no es una técnica,

es un ofrecimiento constante de la existencia que, a veces, me decido a escuchar.

Entonces, como hoy, dejo caer las urgencias automatizadas en mis gestos

y acepto bailar la danza que me ofrece el silencio.

Me entrego en sus brazos confiada y voy dejándome llevar.

Como un amante, me va moviendo con ternura en su amoroso espacio.

A cada paso, me invita a saborear,

a dejarme impregnar de la profunda vitalidad de cada detalle

que mi mente pasaba por alto en su carrera fantasiosa hacia otro lugar.

Cuando quiero precipitarme, me recuerda:

“Descansa, vive esto. Y esto también… Déjate acariciar…”

Acepto.

Todo se hace espacioso, intenso…

Un universo vibrante y poderoso se desvela

recorriendo mis adentros de una misteriosa paz.

“Estás en el cielo, mi amor. Esto es el Hogar.”

Surgieron estas frases y las quise compartir.

Es hermoso aceptar esta invitación a la lentitud, sí.

Es hermosa también la rapidez, cuando ella se presenta.

Vivirlas desde el corazón es lo que cuenta.

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