ESTE AMADO CUERPO

Mi cuerpo “tiene” 61 años…

Yo no tengo edad.

El aliento que me inspira es una oleada de Vida

surgiendo en este instante de la Fuente misteriosa

que no conoce el tiempo.

Es la Vida que me empapa y me renueva,

en la que me fundo con cada inhalar, en cada exhalar.

Yo, pura existencia, no tengo edad.

No nací ni puedo morir.

Y mientras exploro esta aventura humana,

revestida de un cuerpo, lo amo con todo mi corazón,

lo bendigo y le agradezco tanto su función

que cada día le ofrezco el contacto directo con lo Vivo,

escuchando su anhelo de conexión.

¡Necesita tan poco cuando simplemente está

al servicio de la pura expresión del Ser!

Cuando el cuerpo ha estado tan sometido

mucho tiempo a las imposiciones de un tiránico yo,

experimentando tanta contracción y maltrato,

tanta separación,

resulta necesario y urgente amarlo,

liberarlo de todo lo que le impide ser

un instrumento transparente

a la energía viva que quiere expresarse a través de él.

Resulta necesario, para mí,

desarrollar la escucha atenta

a lo que hemos llamado sus necesidades, muchas veces imaginarias,

de alimentación y protección.

Sólo así podemos dejar de sobrecargarlo,

de taponar sus poros a la luz que somos

y que quiere brillar en nuestra mirada,

en nuestros gestos,

en cada detalle de la existencia.

Amo una espiritualidad encarnada,

que ofrece a la más profunda comprensión de lo que somos

el vehículo libre para expresarla,

nuestro cuerpo reconocido como un instrumento transparente

para la comunicación y la alegría de vivir.

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Dora Gil
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