¿Por qué quieres meditar? Si hiciéramos esta pregunta a las personas que manifiestan un interés por la meditación, comprobaríamos que la mayoría de ellas, y quizás nosotros también, responderíamos con frases como: quiero estar más tranquila, quiero reducir el estrés, me gustaría tener estados de conciencia más elevados, deseo llevarme mejor con mi familia, busco salir de la pesadez de lo cotidiano, quiero atraer mejores condiciones de vida, quisiera ser más espiritual…
Y todo eso está muy bien, es completamente lícito desearlo. Sin embargo, nos engañamos cuando creemos que la meditación es una herramienta para conseguir que nuestra vida personal mejore. Sé que lo que acabo de escribir puede resultar chocante. Podría objetarse: ¿Cómo? ¿Entonces para qué medito si no voy a conseguir esas mejoras?
La meditación, pura consciencia, no es personal. Nos abre a la totalidad, a lo que somos de verdad. Eso no significa que no vayan a darse esos beneficios que desearíamos. Al contrario, es muy probable que te sorprendas ante la aparición de algunos de esos efectos sin que tengas que luchar por ellos. Quizás notes pronto una mayor serenidad, una sensación desconocida de amor y de conexión con los demás y contigo mismo. Y sí, es posible que experimentes por momentos sensaciones y estados que no conocías, de una mayor expansión, de paz. Sin embargo, estas experiencias y muchas más, son efectos naturales que pueden surgir de la meditación, no algo que tengamos que buscar a través de ella.
Meditar es vivir la vida tal y como es ahora. Justamente lo que siempre estamos evitando. Nuestra mente separada, busca constantemente estados de bienestar, de gratificación, que le permitan evadirse de otros que considera “negativos”. Proyecta en la meditación, como si se tratara de una medicina o una droga, la salvación de ese mundo sombrío que parece amenazarle en su interior. Un mundo que, por cierto, no tiene nada de amenazador: simplemente ha sido abandonado y sólo anhela ser contemplado a la luz de la consciencia.
Nuestra preciosa humanidad, su inherente vulnerabilidad, necesita ser integrada, reconocida. Y justamente, meditar es la posibilidad de abrir el corazón y vivir simplemente lo que es, tal y como es, momento a momento. A eso le llamo también amar: mirar sin juicio, sentir lo que sentimos sin eludirlo, envolviéndolo en la presencia amorosa que somos.
Por eso, buscar efectos especiales en la meditación es una argucia más del ego que trata de eludir puerilmente la realidad Es una expresión de inmadurez total seguir intentando escapar, tapar, embellecer o negar la vida, tal y como se presenta. Nuestro sistema social propugna esa inmadurez inconsciente proponiéndonos constantemente satisfacciones inmediatas, distracciones, paliativos al dolor, al malestar, a la tristeza… a todo aquello que no brilla ni define un ego interesante, digno de admiración.
Aprender a meditar es algo radicalmente diferente. Es aprender, en nuestros ratos de quietud y contemplación sincera, a cultivar una actitud de apertura, confianza y amor en cada detalle del presente. Y a llevar esa misma actitud a cada situación cotidiana.
Una actitud abierta a la totalidad de la que formamos parte, no centrada en un yo diminuto y asustado que busca sobrevivir precariamente y que, hasta puede usar la meditación para calmarse y volver a ser el centro de atención. Una actitud valiente y sincera, profundamente humana, que admite el presente como es: con sus tormentas y sus dolores, con sus alegrías y estados de calma… todo es abrazado en la calidez de la consciencia que somos. Cuando todo eso está exento de interpretaciones y juicios, descubrimos la vida en su simplicidad, nos reconciliamos con las sensaciones que parecían amenazas y dejamos de apropiárnoslas o lucharlas para entregarlas al espacio inocente del Ser.
Poco a poco, vamos identificándonos con ese espacio y descubrimos que ya no estamos buscando pequeños momentos de alivio, ni resolver nuestros problemas puntuales. Nos damos cuenta de que, sea lo que sea que suceda en nuestra vida, es una invitación a despertar a esa presencia amorosa que somos y en la que siempre podemos descansar. Y cuando digo descansar no aludo a estados de comodidad o de bienestar, que también pueden darse, claro que sí. Me refiero a poder descansar en medio de una tormenta emocional, dejando que todo se mueva; a descansar mientras el torbellino de los pensamientos se manifiesta en toda su crudeza…
En lo profundo, bajo todo ese oleaje, está siempre el océano que descansa, la vida que somos. Unirnos a ella, sabernos ella mientras sentimos sus vaivenes, mientras disfrutamos de su caricia, es meditar. Unirnos a nuestro ser, a través de todas sus expresiones, aprender a confiar en ellas, permanecer amorosamente ante aquello que la mente desprecia… es contemplar la vida tal y como es, volver a al integridad, al hogar del que, en realidad, nunca hemos salido.
A esta vivencia pueden inspirarte ciertas meditaciones guiadas, que además de favorecer la quietud, te inspiran esta actitud. Mi canal en Youtube, mis talleres, cursos y sesiones, están llenos de estas inspiraciones que cumplen una maravillosa función.
Sin embargo, una vez que has comprendido la necesidad de vivirlo realmente y de comprometerte con este amor profundo que es tu esencia, es importante aprender a vivirlo desde ti, cultivando en silencios cada vez más vivos y sostenidos, esta intimidad con la Vida. Este es el sentido del taller MEDITACIÓN CONTEMPLATIVA que comienza en octubre. Un espacio en el que nos encontramos para cultivar juntos esta conciencia, para familiarizarnos con estas actitudes internas. Aunque mi voz ofrecerá un poco de inspiración al inicio, ciertas pautas y pequeñas intervenciones durante la sesión como recordatorio, los espacios de silencio para la vivencia de cada uno irán, poco. poco, extendiéndose. Si, además, estamos decididos a cultivar este contacto con ¡dedicación durante la semana, todo se irá integrando de un modo muy orgánico.
Si esta inspiración resuena en ti y deseas de corazón, no pequeñas mejoras en tu vida sino una verdadera transformación, te invito a acompañarnos. Aquí tienes toda la información.