NO ERES SUFICIENTE

Voy a compartir algo que puede resultar chocante. Llevamos mucho tiempo intentando valorarnos, reconocernos, sabernos suficientes, tratando de construir una autoestima potente que nos capacite para movernos en un mundo que parece demandar eso. Nos autoconvencemos de nuestra valía, la afirmamos, vamos a terapia, emprendemos procesos para aprender a amarnos, practicamos la observación e incluso meditamos, tratamos de crear nuevos patrones mentales…

Sin embargo, aunque notamos ciertos progresos, que también aprendemos a celebrar, hay una sensación de fondo de fragilidad. Tenemos miedo a los ataques de la mente condicionada que, de vez en cuando nos visita esgrimiendo sus argumentos más convincentes: “No eres suficiente”, “No vales”, “Eres débil”, “No hay seguridad en ti”, “Nunca lo conseguirás”, “Tienes que esforzarte”, “No eres nadie”…

Y todo esto, de vez en cuando, nos lo creemos fácilmente por una razón muy simple. En el fondo, sabemos que estas palabras encierran verdad. “¿Cómo? -se precipita a reaccionar la pequeña mente buscadora de autoestima- con lo que ya me he trabajado, con lo que ya he conseguido… ¡No quiero volver a escuchar todo eso y mucho menos a creer que es verdad! Yo soy segura, yo valgo mucho, yo puedo conseguir lo que me proponga… “

Yo, yo, yo… Quien así se expresa es un personaje que se siente separado, viviendo a la deriva en un mundo que parece amenazar su seguridad, sin más sostén que sus propios y reducidos medios. No está en contacto con la vida que lo ha concebido y lo sostiene, de la que brota toda la abundancia, la energía, el poder, el amor y la inteligencia que necesita.

Habiendo obviado esta conexión fundamental, es normal que nos sintamos carentes, necesitados, inseguros, temerosos… Desde esta consciencia disminuida, tratamos de superar el sufrimiento implícito recurriendo a todo tipo de medios para ello. Adicciones, evasiones, relaciones… todo está ahí para tapar o evitar este malestar ineludible que experimentamos mientras sigamos sosteniendo la creencia de separación y viviendo desde ella.

Entre estos medios, aparece el desarrollo personal para decirnos que no, que no somos seres insuficientes, que valemos mucho, que tenemos un gran potencial, que hemos de convencernos de ello y lanzarnos a tomar decisiones que nos empoderen. Y lo intentamos, claro que sí. Porque lo que dicen estas voces también es verdad y por eso nos resuenan y nos motivan en principio. Pero es una verdad a medias.

La verdad completa es mucho más poderosa, pero casi nadie quiere oírla. Y es que no sólo somos suficientes, sino que lo somos todo. Unidos a nuestro Ser, nada nos falta. Y lo repito: unidos a nuestro Ser, en comunión con la Vida, sabiéndonos uno con ella, expresiones de su inmensidad, lo somos todo. En esta unidad, todo nos pertenece, pues bebemos constantemente de una fuente inagotable, la Vida, que es nuestra esencia.

Esto no es una bonita idea a repetirnos. En muchos ámbitos del desarrollo personal se repiten cosas así y está bien. Pero se queda en eso, en una hermosa idea espiritual. Estoy refiriéndome a un cambio poderoso de perspectiva, una orientación radicalmente diferente, que ocupe nuestros días y empape nuestras células.

Agotados por enfoque en la persona limitada que creemos ser y que necesita desarrollarse con esfuerzo, aparece la necesidad ineludible de enfocarnos en el Ser, o en Dios, como lo queramos llamar. En la fuente inagotable de la que surgimos y que sólo desea expresarse a través nuestro. Este enfoque lo transforma todo.

Dejamos de ir por nuestra cuenta para sabernos dependientes de una Vida ilimitada que nos ha concebido, que nos guía y nos sostiene en cada paso. Amamos esa fuente como el niño ama a su padre o a su madre y se deja nutrir y guiar por ellos con total confianza. Sintiéndonos en sus brazos, sabiéndonos uno con ella, todo su potencial está a nuestra disposición. Vivimos para expresarlo y ella nos guía momento a momento, de maneras inconcebibles para la mente separada. Sentimos su fortaleza latiendo y respirando en nosotros.

Podemos atravesar momentos de vulnerabilidad, fragilidad o soledad (tal es la aventura humana) y sabemos que es una nueva invitación a reorientar nuestra mirada y dejarnos descansar en el Ser que nos ama, en el océano que sostiene todas nuestras olas de humanidad. A abrirnos con confianza desechando todo intento de “superación personal”. A dejar que su energía amorosa opere a través nuestro, abrazando esa aparente insuficiencia, que aflora con una sola necesidad: ser entregada a la fuente donde realmente puede ser colmada.

De esa entrega surge todo.: energía, lucidez, capacidades… Todo es más que suficiente. Ya no necesitamos preocuparnos por nuestra valía ni tratar de acrecentarla, ni controlar nada. Nuestra vida empieza a ser natural, como fue concebida, para ser un instrumento en la gran orquesta de la existencia, para la que somos infinitamente valiosos.

Si deseas nutrir esta consciencia de unidad con el ser, te sugiero los cursos que tienes disponibles en mi web.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Dora Gil
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.