SESIONES

UNA SESIÓN CONMIGO

Dora Gil Sesiones

No puedo arreglarte.

No estás aquí para eso, no lo necesitas.

 Ni siquiera para arreglar eso que llamas “tu vida”.

Puede que ahora mismo lo creas, como yo lo creí mucho tiempo.

Me dediqué durante años a intentar arreglar las vidas de las personas y la mía propia,

tratando de eludir así una antigua sensación de insuficiencia.

Tengo una buena noticia para ti:

tu vida no necesita arreglo.

Sólo ser reconocida en su amplitud y profundamente amada.

Te invito a descubrirte.

Lo que llamamos problemas, esos que te traen por aquí,

son sólo la puerta que se está entreabriendo

hacia esa Gran Vida que tú eres.

Aprendemos a mirarlos con comprensión desde un lugar muy sereno.

Es esa mirada la que nos sitúa más allá del problema,

  en el corazón de lo que somos.

Esa nueva perspectiva nos capacita para sentir y abrazarlo todo.

Desde ahí, los llamados problemas se resuelven por sí mismos

y cada cosa encuentra su lugar.

Por una simple razón:

tú estás en el tuyo.

Antes de solicitar una sesión, escucha este vídeo y lee la sección PREGUNTAS FRECUENTES con atención.

PREGUNTAS FRECUENTES SOBRE LAS SESIONES

¿Para qué me puede servir?

El tema por el que estás aquí no es realmente lo que necesita una solución. Veremos que eso que te preocupa es sólo un efecto, un revelador de una forma de estar en el mundo que necesita ser mirada, contemplada con atención y dejada atrás, accediendo a una vida más auténtica, en la que te descubres a ti mismo, encontrando tu libertad y tu paz.

Desde ahí, esos temas que buscan acompañamiento, van a encontrar su resolución natural, sin necesidad de centrarnos mucho en ellos.

Por eso, este tipo de sesiones sólo podrán serte útiles  si deseas de corazón una verdadera transformación, saber quién eres y, por tanto, estás  dispuest@ a dedicar energía, tiempo y espacio a aquietarte, respirar y mirar con amor todos esos patrones antiguos que te están frenando. Esa mirada lo puede todo, pues nos sitúa en nuestro verdadero lugar, la consciencia que somos.

Y desde ahí, habitando ya nuestro hogar, podemos respirar, sentir, permitir, observar todas la emociones, todos los pensamientos, todos los impulsos y experiencias que ya no queremos que dirijan nuestra vida sin identificarnos con ellos, pero con comprensión y serenidad.

¿En qué consiste nuestro encuentro?

Nos acercamos juntos a eso que te preocupa o que ha surgido en ti como desafío, sufrimiento, dificultad… Por lo que deseas acompañamiento.

Observamos y atendemos las emociones que puedan surgir, aprendiendo a permitirlas, a sentirlas, sin confundirnos con ellas. Ello nos sitúa ya en el espacio de la presencia, que no juzga ni evita nada. Sólo ama.

Nos dedicamos a detectar los patrones mentales de sufrimiento que han generado esas situaciones y experiencias difíciles y a usarlas para acercarnos a tu verdadera identidad, no un personaje separado de la vida sino la Vida misma.

Aprender a retirar el valor que solemos dar a todas esas situaciones y empezar a dárselo al Ser, a la Vida que somos, es el único propósito de estas sesiones y de todo lo que ofrezco: encuentros, retiros, talleres…

¿Qué métodos se utilizan?

Cada ser humano esta viviendo una aventura única y cada situación es diferente. En el encuentro van surgiendo de forma natural los modos de acceder a la comprensión que necesitamos.

La consciencia nos guía a contemplar con amor las emociones, a observar y a indagar los patrones mentales con los que nos identificamos.

La respiración y el contacto con el sentir que ella facilita serán piezas clave de este acercamiento, que convierte nuestro encuentro, no en un intercambio de ideas o en un desahogo emocional, sino en un encuentro vivo contigo en el que aprender a amarte sin condiciones.

¿Qué experimentaré? ¿En qué me beneficiará?

Todos los “problemas” brotan de sentirnos seres separados, limitados, carentes… no sostenidos por la Vida. Sabernos parte de una inmensa existencia que nos ama, nos respira, nos sostiene… y descansar en ella es la verdadera transformación. De ahí van surgiendo los verdaderos cambios en nuestra vida concreta, en el momento adecuado. Cambiar lo externo no nos lleva a la verdadera transformación que anhelamos.

Empezando desde dentro, experimentamos una paz íntima que no tiene que ver con que se muevan las cosas del mundo (a veces todo se pone “patas arriba” y nos puede parecer que estamos “peor” que antes). La lucidez se va revelando poco a poco. Y el amor por la vida en ti empieza a sentirse como una presencia que siempre te acompaña.

Por eso, mantenernos en esa conexión interior requiere un anhelo verdadero y, por tanto, una dedicación sostenida.

¿Cuánto dura una sesión?

Suele durar entre 60 y 75 minutos. Después del encuentro, es importante dedicarte un tiempo de silencio, de calidad, para que todo lo que haya surgido como comprensión sea tenido en cuenta, integrado y abrazado por tu consciencia.

¿Cuál es la aportación?

La aportación es 70€, que pueden abonarse, si la sesión es on line, a través de transferencia bancaria, Bizum, Paypal…

¿Qué se requiere?

Un verdadero anhelo de transformación, una intención auténtica de dedicación y una disponibilidad a hacer de ello nuestra prioridad.

Venir a una sesión ha de brotar de tu deseo y de tu decisión.

CONSULTA ON LINE A TRAVÉS DE ZOOM

Para las sesiones on-line, usamos la plataforma Zoom. Recibirás un enlace minutos antes de comenzar la sesión.

¿TERAPIA O ACOMPAÑAMIENTO?

Mi trayectoria como terapeuta transpersonal me ha ido transformando y abriendo a concebir mis sesiones de un modo muy diferente a como las vivía en un principio.

Recuerdo cómo me ilusionaba poder definirme como “terapeuta”, alguien capaz de solucionar problemas de otro alguien, supuestamente menos capaz de ello que yo. Tuvo su sentido todo ese caminar en el que poco a poco, me fui dando cuenta de que arreglar problemas no era en absoluto mi función, pues no me hacía feliz. Enfocarme en lo que “anda mal” en alguien es algo muy penoso y agotador al encerrarme en un espacio muy limitado en el que, además, no se encuentran las soluciones.

Comprendí que lo que realmente necesitamos no es solucionar esas cuestiones que parecen atormentarnos, sino descubrir lo que somos, nuestra naturaleza profunda, desde la cual todo se ve de un modo muy distinto.

La puerta para conectar con esa perspectiva está abierta. Empezamos por lo que está aquí, por este sufrimiento inmediato que nos preocupa de verdad: una crisis sentimental, una enfermedad, un estado de ansiedad, una pérdida… Y aprendemos a permitirlo, a vivirlo en el presente, observando profundamente. No son momentos fáciles, nadie nos enseñó a familiarizarnos con las sombras y les tenemos mucho miedo. Nos asustan los nubarrones que ocultan nuestro cielo. Pero podemos contemplarlos juntos y comprobar que no hay nada que temer. Ello nos sitúa en un lugar de descanso, de aceptación natural. Desde ahí, la comprensión se facilita: podemos ver con lucidez y cuestionarnos lo que dábamos por cierto. Podemos observar las nubes que van y vienen, sabiéndonos la profundidad del Cielo.

Nos damos cuenta, finalmente, que ese aparente problema nos ha llevado a un nivel de consciencia mucho más profundo, en el que nos reconocemos como amplitud, comprensión y amor hacia lo que antes nos atormentaba.

Lo que surge entonces es puro agradecimiento. La Vida, a través de eso que nos pesa, encuentra el modo de liberarnos de la mayor de las cargas: creernos un pequeño personaje hacedor. Y nos sitúa en nuestro verdadero espacio, la consciencia abierta que somos.

Considero un regalo de la vida la presencia de cada ser humano que, confiadamente, se sienta conmigo para atravesar juntos el velo de lo ilusorio y descansar en la belleza y la amplitud de lo que somos. La vida, a través de lo que surge en ese espacio de encuentro, nos invita a mirar más allá de lo aparente, a sumergirnos en lo real una y otra vez. Me siento agradecida por tantas oportunidades de comprender el sufrimiento como la puerta que se nos abre hacia la paz de lo que es.

En cada sesión que compartimos estamos siendo constantemente invitados a volver a nuestra fuente, a soltar prejuicios, a dejar de dar vueltas a los problemas y a enamorarnos del ser que nos une, de donde brotan naturalmente todas las soluciones.

Por eso, hace tiempo que me resulta extraño identificarme como terapeuta cuando me preguntan a qué me dedico. Si pudiera ser más exacta en mi respuesta, diría que me dedico a encontrarme cada día con el cielo que esconden las nubes, con la luz que brilla tras las sombras, con la infinita claridad que sustenta las minúsculas motas de polvo que a veces llamamos problemas.