OLVÍDATE DE LA PERSONA

¿Quieres ser tú mismo?
Pues olvídate en este mismo instante de ti mismo.
Así de sencillo.
¿Qué significa esto? ¿Que tengo que dedicarme a ser bueno y sacrificarme por los demás? ¿Que he sido egoísta al pensar en mí y que debo ahora olvidarme de mi vida para que los demás sean felices gracias a mi esfuerzo?
¡Noooo! Esta es la forma en que la mente separada entiende el "olvido de sí", ya que se identifica con una personita aislada de otras con las que interactúa o de las que aparentemente, se separa al desplazar su cuerpo.
No. Para mí, olvidarse de sí es a lo que se refería Jesús cuando hablaba de "negarse a sí mismo", esa frase tan mal comprendida y tan tremendamente tergiversada por la mente egoica. Comprendámoslo, por favor. Necesitamos comprenderlo.
La separación no existe. Sólo la unidad total es la esencia del universo. Creerme un alguien separado y limitado es la idea más aberrante y enfermiza que puede nutrir la mente humana. Al creerla, enfermamos de mil maneras, pues está en contra de la verdad de la vida. Al considerarnos personas aisladas unas de otras, sentimos tanto dolor, soledad y miedo que podemos incluso dedicarnos a realizarnos espiritualmente, a conseguir iluminarnos o a convertirnos en seres ideales invirtiendo en ello mucho esfuerzo. Poco importa, habiendo probado ya tantos remedios, si se nos promete por fin la paz y el final del sufrimiento.
Pero es imposible salir del sufrimiento mientras sigamos sosteniendo su esquizofrénica raíz: "Estoy separado". Y eso es lo que sostenemos con frecuencia en nuestro loco empeño por "ser yo mismo", "encontrarme", "realizarme" o "iluminarme"... Yo, yo, yo... Y nos enganchamos en una vía de esforzada tensión por conseguir lo imposible: algo que sea para mí.
Simplemente porque ese "mí" no existe. Para la realidad del universo, esos planteamientos no son inteligibles y mucho menos realizables, pues la unidad no entiende la búsqueda de un ente que se cree separado de ella.