¿NECESIDADES?

Desde muy pequeña me sentí movida a investigar la naturaleza de eso que llamamos “necesidades”. Me daba cuenta de que lo que para muchas personas era considerado como necesario, para mí, con frecuencia, no era ni siquiera interesante. Y que ciertas necesidades que para mí eran fundamentales, para otros eran totalmente irrelevantes.
Me he sentido con frecuencia extraña en un mundo que defendía la necesidad, por ejemplo, de comer al menos tres veces al día y a horas establecidas, de dormir tantas horas de sueño, de tener relaciones sexuales con determinada periodicidad, de disponer de una gama de entretenimientos a los que dedicarse para evitar el aburrimiento, de frecuentar lugares para “tomar algo” mientras se habla de temas varios, de salir de vacaciones cuando se supone que es el momento…
Nunca he sentido esas necesidades de modo imperativo ni constante. Ello me generó, durante bastantes años, una extraña sensación de “no pertenencia” que me perturbaba. Traté, por supuesto, de adaptarme asumiendo esas supuestas prioridades que tantos compartían. Sin embargo, una y otra vez, la experiencia de no conseguir adaptarme a esos ritmos, actividades o situaciones, me dejaba frustrada y sola. Mis intentos de compartir estas costumbres tan extendidas nunca funcionaron. Más bien me frenaban y colapsaban mis auténticas inclinaciones. No era por ahí.
Sin embargo, a medida que iba ahondando en mi conexión con la vida, estableciéndose como mi mayor prioridad, me sorprendía ver que mis intentos de adaptación a lo establecido como “normal” iban desapareciendo. Naturalmente iban siendo sustituidos por una sensación de seguridad y compl