LA LLAMADA

Hace unos momentos, fundida en la clara luz del amanecer,
abrazada por el aliento fresco e inocente de la mañana,
descansaba una vez más en el hogar del Corazón.
En mi hogar.
Y surgía ese anhelo de permanecer siempre ahí,
de no abandonar ese cálido espacio olvidándome de mi ser.
Una voz de niña, que parecía dirigirse al amado de su alma,
lo expresaba: ¡No te vayas!.
Emoción, anhelo, cansancio de tanto abandono de lo verdadero...
Quiero vivir siempre contigo
-decía dirigiéndose a esa amorosa presencia
que me envolvía y penetraba-.