top of page
Buscar

INVASIÓN



Una vez más asistimos consternados a los efectos en nuestro mundo de un sistema de pensamiento demencial que rige nuestras mentes en este planeta desde tiempos inmemoriales. Esta vez en Ucrania. Si lo miramos bien, los mismos fenómenos (invasión, ataque, contraataque, sufrimiento de los más vulnerables...) se siguen dando una y otra vez, siglo tras siglo en nuestra historia. Sólo cambian las formas: los personajes que ejecutan y los escenarios.


Surgen el dolor y la rabia en nosotros, nos pronunciamos en contra y lo condenamos hablando de ello y enfocándonos en lo que está pasando allí... Y es normal y necesario, claro está. No sabemos qué más hacer. Nos sentimos impotentes ante la atrocidad.


Sinceramente, creo que aparte de todo eso, que es lo que hemos venido haciendo siempre, sí hay algo mucho más poderoso, mucho más real e inmediato que está a nuestro alcance. Algo a lo que estos episodios de abuso y de dolor nos llevan invitando desde hace milenios: mirarnos a nosotros mismos.


Sí, amigos, nada de lo que sucede en mi vida está separado de mí. Y por mucho que nuestra mente siga practicando su hábito de señalar y proyectar fuera al enemigo, ya es hora de mirar dentro.


¿Qué quiero decir? Que mi mente condicionada es la misma mente que guía las decisiones de cualquier invasor. Es un programa disfuncional que compartimos y con el que, desgraciadamente, nos hemos identificado perdiendo la consciencia de lo que somos de verdad, perdiendo la consciencia de nuestra unidad indisoluble con la vida.


Sí, es verdad que no se manifiesta a esa escala, ya que los escenarios en los que la mayoría de nosotros nos movemos son más limitados y nuestros pensamientos, emociones y actos parecen no ser susceptibles de dañar tanto... Pero si lo miramos bien, y te invito a mirarlo conmigo, aquí, a pequeña escala, se dan y se repiten los mismos patrones.


Espera, no te escandalices... Empecemos por dejar claro que ese programa mental que nos viene guiando es una forma ancestral de pensar, sentir y actuar basada en el miedo y en la supervivencia. Lo adoptamos cuando nos creímos separados de la gran vida de la que formamos parte. No somos nosotros, no nos define, como tampoco define a Vladimir Putin ni a nadie. No forma parte de nuestra esencia. Simplemente nos hemos confundido con esa mente que se cree separada y, atemorizada, busca encontrar la seguridad y el poder olvidados manipulando el mundo a su antojo.


¿Y qué es ese mundo? Pues nuestro escenario particular, ese en el que nos movemos en la comedia de la vida. El de un dirigente político, que trata de extender su hegemonía invadiendo territorios sin considerar las consecuenc