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HONESTIDAD



"No lo consigo", "es muy difícil", "no tengo tiempo para ello", "se me olvida", "tengo mucho trabajo", "tengo muchos problemas que resolver", "ya soy mayor", "soy aún joven", "mi familia me requiere", "mi pareja no me acompaña", "mis compañeros no me entienden", "estoy en un momento muy duro", "esto es nuevo para mí", "yo no tengo voluntad"...

Este tipo de argumentos y muchos más son usados por la pequeña mente para justificar, por ejemplo, su resistencia al aquietamiento, a cultivar el silencio, a conectar con la vida que somos.


Podemos creérnoslos si queremos, pero en realidad, para mí, todos tienen una sola traducción: NO QUIERO. Y reconocerlo es la clave para caminar sobre un terreno real y acercarnos a la verdadera libertad, la que es nuestra.


Si lo miramos bien, este "no querer" que la pequeña mente trata de justificar de mil maneras es totalmente comprensible. Es la expresión de la resistencia que está a la base del yo separado, la falsa identidad con la que nos solemos confundir. No se le puede pedir otra cosa. Así que, admitirlo nos conecta con la coherencia y la coherencia, que es la base del universo, es pacífica. Puede que no nos guste, pero es pacífica.


Es posible que al oír esto, esa voz mental se rebele y se pronuncie inmediatamente: "Pero yo sí quiero, claro que quiero, lo que pasa es que no puedo". Al creérselo, admite ahora dos pensamientos que compiten entre sí, y por tanto, generadores de una gran ansiedad y malestar: "Quiero pero no puedo".


Esto no es verdad. Si miramos con honestidad nuestra vida, esto nunca ha sido así. Hay un ejemplo que pongo con frecuencia: cuando nos enamoramos o estamos muy motivados por algo, no existe nunca el "quiero pero no puedo", ¿verdad?. El "querer" puede con todo, pues hay un propósito, un anhelo que nos hace organizar el tiempo, el espacio y las circunstancias para que sea posible entregarnos al máximo a esa relación o situación que amamos.


Lo mismo puede extrapolarse a cualquier área de la vida. Si no encontramos tiempo, espacio o condiciones adecuadas para dedicarnos de verdad es, simplemente, porque no hemos conectado aún con el amor que sentimos por ello. Existe, de hecho es lo único que existe, pero preferimos experimentar por el momento otras opciones. Aún no lo consideramos nuestra prioridad.


Seamos pues, coherentes. Lo que sucede realmente no es que "no podamos" o sea difícil. Es que, realmente, no lo deseamos de corazón. Y no pasa nada. Es perfecto así. Ese reconocimiento, al ser aceptado con honestidad, nos alinea ya con la consciencia que somos, nos acerca de modo natural a la integridad que anhelamos. Al abrazar lo que es, conectamos con el amor que somos. Y sólo él es el verdadero guía de nuestro viaje de descubrimiento interior. No dejemos en manos de un sistema de pensamiento que no conoce el amor algo tan precioso como el cultivo del silencio, la meditación o la quietud.


Sólo enamorándonos y amando nuestro SER por encima de todas las cosas podemos dedicar nuestra vida a fundirnos en él. Y cada instante, cada situación, cada encuentro se convertirá entonces en el escenario perfecto para descubrirlo.








(Fotografia de Fran Carmona)


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