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EL VERDADERO VIAJE





Estos días me encuentro viajando por los Pirineos. Descubro lugares maravillosos y espectaculares que me conmueven a veces y también despiertan en mí un intenso anhelo de intimidad, de conexión con mi naturaleza interior, dándome espacio y tiempo para ahondar, sentir, descansar en medio de todo lo que se mueve. Porque se mueven muchas cosas...


Salimos de vacaciones y mostramos a veces en las redes sociales tan bellas escenas, tan hermosos paisajes, tantos momentos de risas, llenos de encanto... Y es maravilloso, pero todos sabemos que, aunque muy bellos, son sólo eso: momentos, indisolublemente acompañados por otros en los que aparece el cansancio, el desencanto, la presión que surge en contacto, quizás, con nuestros acompañantes, la dificultad de armonizar nuestros deseos con los suyos, la frustración al comprobar que, incluso en medio de tan hermosos escenarios, las mismas historias se repiten, acompañadas por esas sensaciones emocionales ya familiares que imaginábamos poder eludir en días tan privilegiados.


Y es que cualquier viaje, por muy hermoso que sea, es sólo una escenificación del viaje que todos vamos haciendo en nuestra vida. Y en ella aparecen siempre los temas ineludibles que buscan que nos adentremos amorosamente para comprenderlos y liberarlos. Lo que ocurre es que, hipnotizados por la loca idea de poder evitar ese mundo, que nos parece sombrío, vamos buscando experiencias con las que distraernos. Alimentamos la secreta esperanza de "deshacernos" de lo que nos duele ante el entusiasmo que nos despiertan nuestros viajes, las nuevas situaciones o relaciones, los lugares inéditos.


Para mí, este viaje es una poderosa invitación a aceptar esa aventura de exploración interior que la Vida me está proponiendo siempre y que, en estos días, en contacto con la autenticidad de la naturaleza y el silencio que ella me inspira, se activa enormemente.


Cada situación, cada momento, es una oportunidad de oro para explorar y descifrar lo que a través de esta expresión humana llamada Dora la Vida quiere experimentar. En cada contacto, en cada encuentro, en cada situación, hay una puerta: ¿Quieres seguir por los senderos conocidos o te decides a mirar más profundo?


Lo conocido puede tomar forma de lo que toca hacer, lo que se supone que hay que visitar,

lo que es casi obligatorio conocer en un viaje así, para el que hemos recorrido tantos kilómetros... Puede tomar forma también de temor a defraudar o de esa cansina culpabilidad que surgiría si escucho mi voz interior y atiendo su deseo inocente, que no entiende de lugares emblemáticos ni de planes predeterminados.


Ya llevo mucho tiempo atreviéndome a escuchar esa voz de la Vida que siempre, de modo tan simple, me orienta, aunque contradiga los conceptos aprendidos de cómo deben ser las cosas. Y sólo encuentro, en esa escucha fiel, libertad, alivio y amor por esta preciosa Vida que se vive en mí y que sabe, mucho mejor que yo, para qué me ha concebido y que quiere expresar a través mío.


Pues bien, hoy es un día espléndido y lo que parecería lógico sería salir a caminar kilómetros y kilómetros, a descubrir esta naturaleza tan diferente a la habitual. Y hoy, algo en mí, si me atrevo a escucharlo, me invita más bien a quedarme cerca del pueblo, a descansar, a escribir estas líneas que me siento inspirada a compartir, a degustar cada propuesta que brota de mi corazón y que me conecta con la simplicidad y la paz. Así que, dejándome guiar, me he puesto a bailar un rato con la música de "El Kanka", que me divierte tanto y me he dado un ligero paseíto por las inmediaciones, degustando cada paso. Me parecía estar en el paraíso, pues ese era el paraíso que la vida me había preparado hoy.


Aparecen temores antiguos, claro que sí... a decepcionar, a no ser la acompañante perfecta, a ser egoísta... Y, sin embargo, ya identifico esas voces que durante tanto tiempo me contrajeron, inhibiendo mi impulso de autenticidad y expansión. Honestidad, sinceridad y claridad absoluta es mi compromiso en contacto con cualquier ser humano que me acompañe. ¡Y aprecio tanto que ellos también tengan ese compromiso fundamental con la vida que los alienta! Ahí todo se clarifica y se hace fácil, pues esa Vida es la misma para todos, expresándose de los modos más variopintos a través de cada uno, eso sí. Pero si la escuchamos, aunque en muchos momentos nuestras expresiones diverjan bastante, nos sabemos y sentimos unidos, verdaderamente unidos. Y eso, para mí, tiene mucho más que ver con el amor que tratar de coincidir en la forma, forzando la naturaleza y la inspiración que a cada uno nos guía.


Ahora estoy aquí, tecleando... Últimamente tengo un poco abandonado el blog, y hoy lo retomo con ganas. También en estos temas me estoy dejando guiar, escribiendo sólo cuando me siento inspirada de verdad. Y aunque en estos meses me noto más llamada a expresarme oralmente, a través de pequeños vídeos que comparto en las redes, de vez en cuando escribir unas líneas es un placer que me alimenta y que disfruto enormemente.


Queridos amigos, esta entrada no parece muy trascendente o filosófica, pero está impregnada de una inspiración muy simple que hoy se quería expresar a través de mí de esta manera.


Sigamos nuestro viaje de descubrimiento, descifrando momento a momento esta Vida que nos ha concebido como instrumentistas de su bella sinfonía. Abracemos cada uno nuestro instrumento, toquemos realmente nuestra nota en cada instante y sintamos la felicidad y la creativa paz que surge de no intentar tocar lo que tocan otros, de no despreciar nuestro instrumento valorando el de otros. En ese intento, la sinfonía no podría expresarse, pues cada instrumento, cada nota, es esencial para la totalidad.


Pongamos toda la atención en el Corazón, que dirige magistralmente la gran obra y... eso es todo. Todo lo demás viene por añadidura.

¡Feliz viaje, estés donde estés!







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