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A PARTIR DE AHORA...




Cuántas veces, impulsados por ese entusiasmo que genera la claridad, nos decimos: "A partir de ahora... viviré con plena consciencia en tales situaciones... prestaré atención a mis necesidades... cuidaré mi cuerpo... me comprometeré con mis anhelos... me abriré a contemplar la esencia de los que me rodean sin juicios.... dejaré de enfocarme en las expectativas de los demás... iré despacio y sentiré mi respiración... Tantas y tantas inspiraciones que apuntan, en realidad, a algo muy simple: el profundo anhelo de volver al Corazón, descansar en nuestro Hogar y vivir desde aquí.


Sin embargo, cuando el pequeño yo hacedor se inmiscuye en el asunto, trata de hacerse cargo personalmente de las situaciones. Uno de sus recursos es generar un plan para el futuro que visualiza como algo realizable por él. Son las "buenas intenciones" a las que nos adherimos en momentos de profunda conexión. Y allá que vamos... ¡manos a la obra! Inspirados por el anhelo, quizás no nos damos cuenta de que, en ese mismo momento, ya nos estamos alejando de la realidad presente mientras acariciamos escenas futuras de máxima realización.

Al poco tiempo, es posible que nos sorprendamos al escuchar en nuestra mente otro tipo de voces: las que nos reprenden por no estar consiguiéndolo, por haberlo olvidado, por volver a fracasar... Y nos sintamos frustrados y apagados por la nueva "caída" que parece confirmar una vez más nuestra absoluta insuficiencia. Nada más desmotivador, ¿verdad? Después del bajonazo que supone ese aluvión de condenas, quizás consigamos reponernos y recomenzar de nuevo a "ponernos las pilas" con nuevos propósitos de enmienda. ¿No hemos recorrido ya demasiado tiempo estos vericuetos agotadores? "Inténtalo pero no lo consigas nunca", es el lema del ego.

Evidentemente, cuando las voces que suenan en nuestra cabeza son las que nos instan a "ser buenos" o "conscientes" a partir de ahora, no nos parece que tengan tanto que ver con la mente egoica ¿verdad? Y quizás sí percibamos que las críticas y juicios por no conseguirlo proceden directamente de ella. Sin embargo, ambas son, para mí, expresiones de una misma consciencia reducida: la que nos identifica con un pequeño yo, separado de la totalidad, que necesita mejorar, rectificarse o arreglarse con su propio esfuerzo, con sus propios medios.


En realidad, esas voces, no son "malas" ni rechazables. Son lo que son: pálidos reflejos, en el mundo mental de la verdad, de la profunda realidad que somos en esencia. Está aquí, es nuestro origen y nunca nos ha abandonado ni nos hemos separado de ella. Respira a través de nuestro aliento, habla a través de nuestra voz y mira a través de nuestros ojos, descansando siempre en el Corazón.


Desde la pequeña mente sometida al tiempo, a la que nos hemos acostumbrado a seguir, perdiendo el contacto con la Presencia viva que somos, ésta se codifica como propósitos a realizar, tareas a cumplir, diferentes unas de otras que nos llevarán a una futura perfección. Separados de la energía vivificante de este instante, creemos que tenemos que buscarla o conseguirla en otro tiempo, generando esfuerzos para ello. Nada que objetar, nada que evitar. Todo ese artificio forma parte del juego de una mente muy complicada que sólo precisa ser contemplada con amor, en lugar de ser creída y seguida como si fuera nuestra identidad.


Desde la conciencia del Corazón, todo es mucho más simple. Todo ese movimiento de intento y recaída es una expresión distorsionada por la mente separada del anhelo de descansar aquí, de sentir ahora y siempre la vivificante sensación de unidad con la existencia, de no separarnos de ella. Simplemente, es algo que no le corresponde a esa mente realizar. Entre otras cosas, porque ya es la Realidad.


No hay distancia que nos separe. Reconocerla es tan simple como dejar de alimentar ese movimiento de huida hacia otro tiempo y aceptar quedarnos en la intimidad de este instante, viviendo lo que estamos viviendo. Tanto cuando brotan los impulsos de la transformación y nos proyectamos mentalmente al futuro como cuando somos visitados por la decepción, lo que siempre está aquí es la Presencia, la tierna y amorosa Presencia de Dios, acogiéndolo todo, vibrando en todos los tonos, bajo todo tipo de modulaciones... La melodía que suena no es lo relevante, eso cambia. Lo fundamental es que cada nota nos traiga al Corazón. Y esa es su función, la hermosa función de toda experiencia que vivimos, sea cual sea su expresión.


Es ahora, es aquí. Tanto tus propósitos como tu frustración brotan de la misma fuente y sólo anhelan el regreso, el descanso en el Hogar del que surgieron. Tú eres ESO: recíbelos en el abrazo profundo del verdadero amor.




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